¿PSICOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA?

¿Cómo se hace psicología de la comunicación política? El interrogante tiene múltiples sentidos. Partamos de la sustantividad psicológica propiamente humana: ninguno de nosotros y nosotras puede vivir despojado de alguna clase de principio de autoridad (es algo profundo en la forma de relacionarnos con la realidad), por lo tanto, nadie puede vivir sin ideología. De lo que se deriva, entre otras cosas, que todos los actos humanos son actos político-ideológicos.

Vladimir Carrillo Rozo, docente del programa en Psicología de la Comunicación Política de la Fundación UNED

Uno de los escenarios donde se observa lo anterior es cuando dos entidades psicopolíticas (por ejemplo, dos individuos también como imagen de dos colectividades) desean ocupar el mismo espacio simbólico. Entonces se desencadena una negociación que, ante todo, testimonia uno de nuestros rasgos fundamentales: que estamos, ocupamos e interpretamos el mundo de una manera que nunca puede dejar de ser política, es decir, psicopolítica (algo que nunca descarta la utilización de la violencia).

Claro, lo anterior actúa a escalas, como por efecto de onda. Cuando las nombradas entidades psicopolíticas se encuentran y pugnan por el mismo espacio vemos narrativas en choque. Éstas han cambiado sustancialmente con el paso del tiempo. Hoy sabemos, luego del doloroso siglo XX y los comienzos del XXI, que la dialéctica puesta en marcha no se limita al encuentro entre banderas que defienden formas distintas de administrar a la sociedad.

No, ahora estamos en tiempos donde tales narrativas pueden, con mucha frecuencia, prescindir por completo de los datos sobre cuál es la verdad respecto a cualquier cosa: la economía, la democracia, los derechos, etc.
En otras palabras, la teatralización del discurso político asumió que el golpe de efecto es abrumadoramente más importante que la verdad. De cierta forma, esto nos regresa a un punto donde la noticia falsa (todo el juego en los medios que busca sembrar confusión en momentos álgidos y sobre temas estratégicos) obliga a pensar que la forma de hacer política nunca ha dejado de ser ideológica y que su escenario no es otro que los medios.

COMUNICACIÓN POLÍTICA


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Parece evidente que las organizaciones deben seguir trabajando en su capacidad para movilizar en las calles, en toda la ritualidad que acompaña al acto público central y periférico. Pero el choque ideológico vuelve a estar más que nunca en el centro, aclarando que necesita ocupar los medios y que demanda ser guionizado para conmover emocionalmente al usuario digital, para navegar en su campo semántico, como se argumenta en el programa en Psicología de la Comunicación Política de la Fundación UNED.

Que los espacios donde se desencadena la política tienen una naturaleza audiovisual es algo analizado por múltiples expertos. Pero uno de los factores que requiere mayores análisis es que, en efecto, lo audiovisual en los grandes medios, en la red mediática alternativa, en las redes sociales transmitiendo en directo, etc., admite un control mayor de toda la ritualidad e imagen con la que una X postura política pretende generar identificación dialéctica.

Lo anterior significa algo meridianamente claro: cuando se tienen narrativa ideológica sólida y recursos mediáticos la utilización de la Psicología de la Comunicación Política puede llegar a ser muy profunda. Es, además, conocido cómo el mensaje digital y en medios con la suficiente potencia simbólica puede desencadenar la réplica, la repetición y uno de los mayores tesoros de la estrategia de comunicación política: alargar el tiempo de aparición.

El problema, como sabemos bien, es que lo mediático no se caracteriza por posturas o poderes en equilibrio. Al contrario, los poderes mediáticos conservadores (que incluyen aquellos que parecen liberales pero no lo son) son enormemente más poderosos que los progresistas. La desigualdad de fuerzas, a su vez, viene provocando hace años un acelerado desarrollo de contrapoderes mediáticos donde las reglas sean otras, en parte gracias a las nuevas tecnologías que hoy permiten llegar a millones de usuarios.
Una ventaja importantísima de estos proyectos es que no deberían necesitar el juego del golpe psicológico sin base real, la noticia falsa o la falsa emotividad. No, la creación de poderes mediáticos alternativos en cuyo escenario se desenvuelva una X contienda ideológica podría recurrir a una Psicología de la Comunicación Política donde el relato puede ser tan épico y cargado de símbolos como cualquiera, pero que busque generar identificación dialéctica desde el uso de la razón más que desde anclajes llegados de pensamiento mágico o mentiras convertidas en creencia popular a base de repetición.
Todo lo anterior (los poderes mediáticos como actores políticos determinantes, etc.) constituye un importante campo de estudio e investigación que demanda un soporte en acciones formativas acompañadas de rigurosidad científica y bajo el amparo de instituciones de educación superior como la Fundación UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia).